Una de las cosas más importantes de la fotografía que estoy aprendiendo a base de tortas es que una buena fotografía consiste en aprovechar la oportunidad: algo que pasa en un lugar y momento concreto y si no eres capaz de "desenfundar" rápido, ajustar la cámara, encuadrar, medir y disparar, se queda en el baúl de los recuerdos como aquel fotón que perdí.
A pesar de ello, a veces la vida es generosa y te da segundas (e incluso terceras) oportunidades, como es el caso de los mirlos que frecuentan la casa de mis suegros, el año pasado fui incapaz de fotografiarlos de cerca (lógicamente sin molestarlos) con lo que me quedó esa amarga sensación de la oportunidad perdida, hasta que este año han vuelto a anidar y esta vez más cerca de la ventana, por lo que entre mi vieja Oly (con su factor de multiplicación de x2) y el maravilloso 70-300 (el superzoom de los pobres) he conseguido "cazar" a esta preciosa mamá mirlo cuidando de sus huevos.
Espero poder pillarla cuando eclosionen y tenga que alimentarlos.
Mientras, un consejo: siempre preparados y listos para el "ya"
Quin encant, Jordi. Molt ben aprofitada aquesta segona oportunitat.
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